lunes, 5 de marzo de 2018

8 DE MARZO



 Un par de poemas para rendir tributo  al DÍA DE LA MUJER que este año se celebra de forma tan extraordinara, huelga incluida. El primero es de de la autora que actualmente estamos leyendo en el club, Gioconda Belli, el otro es de Mario Bedetti.



Amanece con pelo largo el día curvo de las mujeres,
¡Qué poco es un solo día, hermanas,
qué poco, para que el mundo acumule flores frente a
nuestras casas!
Desde la cuna donde nacimos hasta la tumba donde
dormiremos
-toda la atropellada ruta de nuestras vidas-
deberían pavimentar de flores para celebrarnos
(que no nos hagan como a la Princesa Diana que no vio, ni oyó
las floridas avenidas postradas de pena de Londres)
nosotras queremos ver y oler las flores.

Queremos flores de los que no se alegraron cuando

nacimos hembras
en vez de machos,
Queremos flores de los que nos cortaron el clítoris
y de los que nos vendaron los pies
Queremos flores de quienes no nos mandaron al colegio
para que cuidáramos a los
hermanos y ayudáramos en la cocina
Flores del que se metió en la cama de noche y nos tapó la
boca para violarnos mientras
nuestra madre dormía.
Queremos flores del que nos pagó menos por el trabajo
más pesado
y del que nos corrió cuando se dio cuenta que estábamos embarazadas
Queremos flores del que nos condenó a muerte
forzándonos a parir
a riesgo de nuestras vidas.
Queremos flores del que se protege del mal pensamiento
obligándonos al velo y a cubrirnos el cuerpo
del que nos prohíbe salir a la calle sin un hombre que nos
escolte.
Queremos flores de los que nos quemaron por brujas
y nos encerraron por locas
flores del que nos pega, del que se emborracha
del que se bebe irredento el pago de la comida del mes.
Queremos flores de las que intrigan y levantan falsos
flores de las que se ensañan contra sus hijas, sus madres y
sus nueras
y albergan ponzoña en su corazón para las de su mismo
género.

Tantas flores serían necesarias para secar los húmedos
pantanos
donde el agua de nuestros ojos se hace lodo;
arenas movedizas tragándonos y escupiéndonos,
de las que tenaces, una a una, resurgiremos.

Amanece con pelo largo el día curvo de las mujeres.
Queremos flores hoy. Cuanto nos corresponde.
El jardín del que nos expulsaron.



                             En la avanzada juventud
                             Gioconda Belli. Ed. Visor (2013)














¿Y si Dios fuera mujer?
pregunta Juan sin inmutarse,
vaya, vaya si Dios fuera mujer
es posible que agnósticos y ateos
no dijéramos no con la cabeza
y dijéramos sí con las entrañas.

Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez
para besar sus pies no de bronce,
su pubis no de piedra,
sus pechos no de mármol,
sus labios no de yeso.

Si Dios fuera mujer la abrazaríamos
para arrancarla de su lontananza
y no habría que jurar
hasta que la muerte nos separe
ya que sería inmortal por antonomasia
y en vez de transmitirnos SIDA o pánico
nos contagiaría su inmortalidad.

Si Dios fuera mujer no se instalaría
lejana en el reino de los cielos,
sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno,
con sus brazos no cerrados,
su rosa no de plástico
y su amor no de ángeles.

Ay Dios mío, Dios mío
si hasta siempre y desde siempre
fueras una mujer
qué lindo escándalo sería,
qué venturosa, espléndida, imposible,
prodigiosa blasfemia.
Mario Benedetti



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